Visitas al hospital

02/03/2020

Hace pocos días nació la hija de una amiga muy cercana. Todos la felicitaron, obviamente. Y luego, casi al instante aparecieron las tres infaltables preguntas: ¿Fue parto normal o cesárea? ¿Cuánto pesó y midió? ¿En que hospital estás para poder ir a verlos?

Mi amiga menos mal está curada de espanto, porque ya es su tercer hijo. Pero yo, que solo tengo uno, de verdad que quedo afectada con este tema. Me cuesta tanto entender en qué momento se instauró la magnifica idea de ir a visitar a una mujer recién parida al hospital. Una esta adolorida, cansada a más no poder, sangrando, conociendo a su bebé recién nacido, aprendiendo a amamantar, y con una mezcla de miles de sensaciones y emociones. ¿No será suficiente como para que además tengamos que vestirnos, y recibir visitas? Parece que no. Porque las visitas no son solo familiares cercanos. No, claro que no. Ahí está la tía de tu suegra que sólo ves para fiestas de fin de año, pero que decide ir a visitarte sin avisarte y que cuando entra a la pieza comienza a decir que la guagua esta muy desabrigada, o que se tiene que quedar en la cuna. O esos conocidos que dicen que van a hacer una visita express, pero al ver la caja de chocolates sobre la mesa, asumen que fueron invitados a un café social, y se quedan instalados allí por largo rato.

¿Y si dices que no quieres recibir visitas? Así lo hice yo al menos, al segundo día de mi parto, luego de que el primero lo pasé pésimo. Evidentemente los comentarios no tardaron en llegar… Pero como no van a recibir visitas? Como los abuelos no van a ir? Les pasa algo? Pero puedo ir cortito solo para conocer al bebe?

Sé que para algunas el tema de las visitas les funciona bien, les sube el animo, las hace sentir acompañadas y funciona como un recurso protector. Y me parece excelente. El punto esta en que, aquellas mujeres, que no están seguras de que hacer, deben poder sentir que pueden cuestionarse al respecto, y no decidir recibir gente solo por obligación o presión social. Estamos en la era del individualismo, y lamentablemente nos cuesta conectar con la necesidad del otro. Cuesta pensar que tal vez puede ser mejor postergar la visita unas semanas, para cuando ya la mamá e hijo estén en la casa un poco (solo un poco) más tranquilos. Ayuda mucho mas un plato de comida que un pijama de última moda para el bebe.

No dejemos que las convenciones sociales se apoderen de nuestro criterio de nuestro instinto y de la conexión con nuestras necesidades. Salgamos de la inercia y convirtámonos en agentes activas de nuestros procesos de gestación y crianza desde el comienzo.

Un abrazo,
Nico

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