En psicología, cuando realizamos una evaluación de un paciente, independiente del motivo de consulta, una de los objetivos centrales es explorar si cuenta con una red de apoyo efectiva y afectiva. Contar con una o más personas con las que se tiene una cercanía y confianza significativa, con las que uno sabe que puede contar en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia es un FACTOR PROTECTOR frente a cualquier tipo de riesgo emocional (ejemplos bastante frecuentes en el puerperio: cuadros ansiosos, depresión postparto, violencia).
Antiguamente la mujer paría a su hijo en compañía de la demás mujeres del pueblo, juntas en el mismo espacio compartiendo energías y sabiduría. Y luego los hijos se criaban entre todas. Era muy extraño pensar que una madre estuviera sola a cargo de sus cachorros. Suena sencillo pero en la práctica se hace complejo compatibilizar el estilo de vida actual con una crianza colectiva, comunitaria, con los niños que juegan en el pasaje y los cuida la vecina, con las abuelas que cuidan a los nietos, con familias de muchos hermanos y primos donde tener con quien jugar es algo natural. Vivimos en una cultura que promueve el individualismo y egocentrismo: “yo me las puedo solito” “mi bienestar va primero” “si pido ayuda se darán cuenta que soy débil” etc. Vivimos corriendo contra el reloj, y ya no queda tiempo para profundizar y cultivar nuestras relaciones. Entonces muchas veces se genera una pseudo intimidad que esconde un vínculo superficial, una relación que no se sostiene en momentos de verdadera necesidad.
Hoy más que nunca tenemos que poner esfuerzo en hacer tribu de otra manera. Encuentros de mujeres, psicoterapia, cuentas de ig con contenido de calidad, grupos de whatsapp con conocidas que sabemos que estan en la misma que una. Aunque tengamos el privilegio de contar con un red de apoyo de familiares y amigos y una pareja estable y presente, a veces necesitamos compartir lo que nos pasa con otras MUJERES, madres, guerreras, compañeras. Compartir experiencias y darnos cuenta que no estamos solas, nos fortalece, nos empodera.
Está en nosotras movilizarnos y armar nuestros propios espacios de refugio y contención, de compañia y escucha. La maternidad no se debe vivir en solitario. Esta bien pedir ayuda. Solo si contamos con una base segura, que actúe como sostén emocional y nos haga sentir cuidadas y protegidas, el cuidado y el vínculo amoroso que le podamos ofrecer a a nuestros hijos será de muchísima mejor calidad. Criemos de la mano!!!
Un abrazo,
Nico