La relación con nuestra madre, ahora que somos madres

20/04/2020

Desde chica que me he llevado muy bien con mi mamá pero también siempre he sido muy buena para criticarla. A veces, sobre todo de adolescente, me daba rabia lo poco preocupada que era de si misma, y como a nosotras sus hijas nunca nos faltaba nada pero a ella casi había que llevarla de una oreja a comprarse algo de ropa nueva. Hasta que nació mi hijo, y de pronto ya no soy solo hija. Ahora también soy madre. Y mi mamá ya no es solo madre sino también abuela. Y todo eso que dicen, que la maternidad puede ayudar a reparar conflictos pendientes con la propia madre, al menos para mi fue 100% cierto.

Ahora que soy madre he podido comprender y empatizar con tantas pero tantas cosas… pude comprender profundamente, desde adentro, cuando mi mamá me decía que daría todo lo que fuera porque la pinchen a ella y no a mi, cuando me llevaba a sacar sangre y yo lloraba de miedo, cuando le costaba ponernos límites y nos regaloneaba excesivamente, cuando se endeudada por años con tal de darnos unas ricas vacaciones, cuando corría de su trabajo para alcanzar a ir a buscarnos cuando salíamos del colegio, aunque eso implicara quedarse trabajando hasta la madrugada.

Siempre van a haber cosas de nuestros mapadres que no nos gusten para nada,y otras que admiraremos emocionadas. La clave de una relación sana tiene que ver justamente con poder identificar esos dos lados e integrarlos. Lo bueno y lo no tan bonito de nuestras figuras sifgnificativas. Amo a mi mamá y ahora más que nunca estoy tremendamente agradecida de ella, y con el tiempo y muchos años de terapia en el cuerpo, he aprendido a identificar que cosas si rescato y atesoro de su legado y que cosas quiero intentar no repetir, porque no me gustan, porque no hacen sentido con lo que quiero para mi y mis hijos.

Madre mia, si lees esta publicación alguna vez, quiero que sepas que te encuentro una seca… lo has hecho la raja!! Me dejas la vara alta. Uri se gano la lotería con la abuela que le tocó. La maternidad además de ser un momento de crisis, cambio y revolución también puede ser una gran oportunidad para reparar y perdonar, aunque sean pequeñas cosas… vale la pena. Vale la pena porque es tan rico ser hija y sentirnos cuidadas y regaloneadas aunque ya seamos grandes y peludas. Y vale la pena porque darle el ejemplo a nuestros hijos de que las relaciones se cultivas, se cuidan, cambian, y que se pueden mejorar, es una aprendizaje de vida valiosísimo.

Un abrazo,
Nico

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