¿En qué se parecen un adolescente y una madre? Hablemos sobre la matrescencia

23/06/2020

Te quedaste embarazada y empezaste a notar cambios, poco a poco sentías que tu cuerpo se iba modificando para gestar una vida, que tu mente se enfocaba en otras cosas que antes no eran prioridad, y que tu alma comenzaba a emocionarse con otra intensidad. Y tuviste tu parto, y nació tu hijo, y naciste tu como madre. Y desde entonces, sientes que cada día vas mutando un poquito más, vas atravesando cambios de piel, vas encontrando un nuevo lugar desde el cual definirte, desde el cual relacionarte contigo misma y con los demás. Yo al menos, desde que parí a mi #Uribebe me percibo siendo otra mujer. Y como me imagino que muchas de ustedes deben tener una sensación y vivencia similar a la mía, es que quise compartir con ustedes un concepto iluminador ✨: “LA MATRESCENCIA”
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Se dice que el devenir en madre, es la segunda crisis vital, luego de la adolescencia. Ambas etapas de nuestra vida se parecen más de lo que imaginamos. En ambas ocurren cambios hormonales potentes, (niveles de estrógeno por las nubes), y vivimos cambios identitarios, es decir, la manera en cómo nos definimos a nosotras mismas, se reestructura. Son etapas de muchísima transformación y cambio. Y como todo cambio, también implica desorganización y conflicto…. temporalmente. Incluso se ha estudiado que en ambos momentos se producen cambios a nivel cerebral, ciertos circuitos se modifican para hacer frente de mejor manera a la cantidad de cambios que se están produciendo. La matrescencia entonces, es la palabra que la antropóloga Dana Raphael acuñó para referirse a todo este proceso de transición hacia la maternidad
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Así como en la adolescencia es vital que los jóvenes se sientan acompñados, pertenecientes a un grupo, identificados con pares con los que puedan compartir aquello que están experimentando, las madres también tienen esa necesidad, de armar su tribu para criar y de vivir en compañía ese tránsito hacia un nuevo rol. Además, contar con una tribu de mujeres, permite dar cuenta que la maternidad tiene matices, días buenos y días desastrosos, y que así es la maternidad real y sincera

Cuando nos sentimos acompañadas, el malestar, las dificultades con la lactancia, las peleas con la pareja, la falta de sueño, etc, se vuelven un poco más tolerables. En cambio, cuando tenemos expectativas demasiado idealizadas respecto a la maternidad, y lo vivimos en solitario, lo que más aflora son exigencias, inseguridades, culpa y frustración
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Así que mujer madre te invito a entregarte a tu segunda adolescencia, con menos espinillas pero con más ojeras. Ya pasará, nos adaptaremos, y saldremos fortalecidas. Espero que el hecho de saber que todo lo que  estás viviendo tiene un nombre, y es una etapa del ciclo vital normal y esperable te ayude a aliviar ciertas inseguridades respecto a como lo estas llevando como mamá 💜

Un abrazo, Nico

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