A la gente le encanta dar su opinión sin que se la pidan, y cuando de temas de crianza se trata recibimos literalmente un bombardeo de consejos, sugerencias, juicios y críticas. Cuando estaba embarazada, uno de los temas sobre el que más me preguntaban, tenía que ver con mi perro. Muchos me cuestionaban por como lo iba a hacer con la suciedad, como iba a sacarle a él y al bebé al mismo tiempo, qué pasaría si se pone celoso y lo mordía, si íbamos a seguir durmiendo con él en la cama, etc, etc,etc.
La verdad es que tener un perro de hermano mayor ha sido una experiencia maravillosa y emocionante. No se imaginan como el Mono cuida a Uri, le lame las patitas y las manos, juegan juntos en el suelo, se pega a mi cuando le estoy dando pechuga y nunca pero nunca ha tenido algún gesto de querer hacerle daño. El mensaje es claro y simple, llegó un nuevo integrante de la manada. Es increíble como el concepto de tribu es tanto más sencillo para otros mamíferos que para nosotros los humanos.
No sé porque pero con el Ale estábamos convencidos de que el tema de la mascota iba a fluir, conocíamos a nuestro perro y sabíamos, desde la guata, que el Mono se iba a adaptar bien a este nuevo cambio y que íbamos a tener una linda postal de nosotros los 4.
Sé que no es nada de fácil, pero las invito a atreverse a confiar más en sus instintos, y a hacer menos caso a los comentarios externos, que lo único que hacen es potenciar nuestras inseguridades y hacernos dudar de nuestra capacidad para tomar las mejores decisiones para nuestros hijos.
Un abrazo,
Nico
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