Lo que antes era algo de todos los días, algo automático, incluso aburrido, hoy se ha convertido en el mejor panorama del día… bajar al Mono a hacer pipí. Agradezco que el edificio en el que vivo tiene un poco de pasto en donde puedo llevar a Uri a mirar un poco la naturaleza, verde, viva, en movimiento…. Las hojas de los arbustos que se mueven al viento, el exquisito olor a pasto y tierra mojada. Y somos felices esos minutos, respirando aire libre. Mi hijo mira ese pequeño pedazo de mundo exterior que por ahora es lo que puedo ofrecerle, mi perro corre en ese cuadrado de pasto que desde hace algunas semanas se convirtió en su plaza, y yo camino, respiro, pienso, abrazo a mi bebe y cierro los ojos buscando aunque sean unos segundos de tranquilidad.
Antes mi refrigerador gracias a Dios siempre estaba súper equipado, y si no, ra cosa de subirme al auto e ir a comprar, o meterme al celular y pedir por las típicas aplicaciones para que llegara dos horas después a la puerta de mi casa. Ahora todo tiene que ser con anticipación y mucha cautela. Antes rallaba una zanahoria y si me sobraba un poco la botaba no más. Ahora me quedan dos zanahorias y no he podido conseguir en las últimas compras que hemos hecho. Sofrito sin zanahoria, ensalada sin zanahoria. ¿Quién iba a pensar que lo que más quiero comprar es un kilo de zanahorias? ¿Quién iba a pensar que si en este preciso momento pudiera pedir un deseo sería poder abrazar a mi madre y a mi hermana y poder tomarme un cafecito con ellas?
Estoy agotada de la cuarentena, si… pero tengo miedo que una vez salgamos nuevamente de nuestras guaridas, volvamos a lo mismo de antes, a dar por sentado muchas cosas, a sentirnos como los primeros de la cadena alimenticia, a consumir y presumir, a no pensar en el otro, a no valorar el pedazo de zanahoria que me sobró y que perfectamente pude haberlo guardado, a no darme cuenta que un abrazo y un consejo de mi mamá es algo preciado (aunque muchas veces no esté de acuerdo con ella).
Hoy me prometí a mi misma, que uno de los focos en la crianza de mi hijo será el no perder la conexión con la raíz, con la matriz olvidada, con los verdaderos tesoros de la vida, con el agradecimiento… Será un gran aprendizaje para él, pero sobre todo para mi. Gracias cuarentena… si bien estoy cansada e irritable la mayor parte del tiempo, también hay cosas que te agradezco y que creo que van a cambiar mi manera de vivir la vida.
Un abrazo,
Nico