Gestar, parir y amamantar son eventos sexuales, llenos de intimidad, deseo y cuerpo. Cuesta verlo así, porque de sexualidad obvio, no se habla. El puerperio está lleno de fluidos: leche, sangre, lágrimas, lubricante, pero obvio, de eso tampoco se habla.
Mi tránsito por la maternidad ha conllevado un montón de cuestionamientos sobre la relación con mi sexualidad. De a poco, he ido aprendiendo a relacionarme con mi cuerpo sexual desde otro lugar, más amoroso, y menos culposo, exigente y avergonzado. Y de eso quiero escribir hoy, porque es algo de lo que se TIENE que hablar, pero que siempre nos han enseñado a callar.
Hoy soy capaz de reconocer mi menstruación como un recordatorio hermoso de los ciclos de la vida, de la necesidad de dejar atrás aquello que no nos hace bien o de buscar espacios de renovación. Ya no compro tampones para evitar conectarme con lo que de mí se está desprendiendo, sino que dejo que mi sangre fluya, a su ritmo natural.
Hoy miro mis pechos de otra manera. Siempre me molestó ser pechugona, y si bien es algo que me sigue sin encantar, he aprendido a valorar que mis tetas también son vida, afecto, calor y disfrute. Díganme si no es lo más rico que hay sentir esa succión chiquitita de nuestros bebés, cuando se están quedando dormidos con la teta en boca, como haciéndonos cosquillas en el pezón.
Hace un tiempo decidí dejar muy atrás los métodos anticonceptivos hormonales. Al principio fue porque tengo una trombofilia lo que no me permite usar nada que contenga estrógeno, por lo que las opciones se me restringían mucho, pero después, mi decisión fue mucho más allá. Ya no quiero interferir mis ciclos ni mi fertilidad. Quiero conocer mi cuerpo y sus ritmos, sus dolores, sus momentos de mayor vitalidad y de menor energía. Y hoy después de más 11 años tomando pastillas, estoy feliz reencontrándome conmigo, MIS hormonas y mi interior. ¿Cómo puede ser que a mis casi 30 años recién aprendí a identificar mi cuello del útero?
La relación con mi Ale también ha cambiado, y ser ahora 3 implica encontrar nuevas maneras de encontrarnos, entendiendo, ahora más que nunca, que el erotismo implica tanto más que solamente follar.
Las invito a sentir la maternidad como una tremenda oportunidad para derribar mitos y destapar silencios que no nos dejan habitar y gozar de nuestro cuerpo sexual como buenas mujeres mamíferas que somos.
Un abrazo,
Nico