Esto lo escribo desde un lugar de total principiante, porque siempre fui la típica mina intentando encajar en un molde bien estrecho. Las mujeres habitamos cuerpos prisioneros de la cultura y los estándares de belleza. Y ahí estaba yo, tomando anticonceptivos por inercia, depilándome hasta el último pelo de mi cuerpo, usando tampones para enterarme lo menos posible de todo, odiando mi talla de sostenes, etc.
Desde niñas aprendemos que nuestro cuerpo y sexualidad, deben quedar relegados a un lugar de silencio y dolor. Menstruar duele. Parir duele. Tirar duele. Amamantar duele. Depilarnos duele. Recuerdan a sus madres hablándoles de autoexploración, de aceptación? Yo al menos, no. Nuestras parejas o ginecólogos conocen nuestras vulvas más que nosotras mismas. Entre pares, se repite la misma historia. Y entonces, a quién le cuento lo que hice y que me gustó? A quién le pregunto lo que no se para que me enseñe? La voz del colectivo femenino y su diversidad de vivencias queda oculta. Silencio y patriarcado. Silencio y violencia. Porque todas las mujeres somos hijas del patriarcado, y en mayor o menor medida, hemos sido sexualmente agredidas, oprimidas o reprimidas. Es difícil atrevernos a conectar con el cuerpo si se ha convertido en un territorio herido y dolido. En mi caso fue mi maternidad, la que me ha permitido habitar mi cuerpo desde un lugar más amoroso, valorando y sonriendo ante sus ritmos y su sabiduría.
La invitación es que cada una encuentre un lugar desde el cual sacar fuerzas para dejar de hablar de manera tan peyorativa de nuestros procesos sexuales. Para atrevernos a comprar un espejo y mirarnos. Para pensar porqué sentimos asco de nuestra sangre menstrual. Para cambiar la manera en cómo abordamos la sexualidad con nuestros hij@s. Para hablar de nuestro goce sin sentir vergüenza. Hablar para sanar, entre todas, al ir reconociéndonos y reapropiándonos, de ese cuerpo único, que es nuestro, pero que nos lo han arrebatado.
A mí no me llega la maldita regla. Yo menstruo y comienzo un nuevo ciclo de vida. No estamos enfermas. Estamos más vivas, sanas y capaces que nunca! Y brillamos… como la luna! 🌙
Un abrazo,
Nico