Cuando la culpa te invada…
Cuando el fantasma de la mala madre aparezca amenazando…
Cuando las inseguridades afloren y las comparaciones te hagan dudar de tus capacidades…
Cuando estés en ese inevitable momento de mier!%da, mira a tu hijo o hija a los ojos. Nadie te mirará como te mira tu hijo. Nadie te admirará como lo hace tu hijo…
Nada le importa tu pelo desordenado por la mañana. El grano en tu frente. La ropa que escogiste. La evaluación que recibiste en tu trabajo. Tu popularidad social. La marca de pañales que compras ni el auto que manejas. Mira a tu hijo o hija a los ojos, y vuelve a lo esencial. Aprovecha esa mirada de bondad para volver a tratarte bien. Para reconectar con tus puntos fuertes, con tus recursos, con tu virtudes. Con tu potencial. Con el tremendo potencial que tienes para criar. Mira a tu hijo o hija a los ojos y devuélvele una mirada que se cree el cuento. Porque a veces estamos inundadas de juicios ajenos que nos impiden aprovechar una de las miradas más importantes y conmovedoras de todas…
Un abrazo,
Nico
